El test de antígeno detecta la presencia de una proteína que se encuentra en las partículas del virus SARS-CoV-2. Un resultado positivo indica la presencia de esa proteína y, por lo tanto, del virus causante de COVID-19. Es un test muy rápido pero su sensibilidad (es decir, su capacidad de detección del virus) es limitada. Si el paciente recién se infectó y tiene pocas partículas virales en su sistema respiratorio, el test dará negativo. También puede ocurrir esto si el virus infectó pero se multiplicó poco en el organismo por acción de los anticuerpos generados por las vacunas. Pero si el test da positivo, podemos confirmar que hay una infección.
El test de PCR no detecta directamente un componente del virus, sino que primero lo amplifica, es decir, hace miles de copias del componente viral (el genoma del virus) y luego lo detecta. Al amplificarlo, puede detectar la presencia de pocas partículas virales y, por eso, es mucho más sensible. Puede realizarse en hisopado nasofaríngeo o nasal o bien en saliva.
En resumen, los test de antígenos sirven para detectar en unos minutos si una persona está infectada pero si da negativo y hay sospechas, es recomendable hacer una PCR.
De todas maneras, para cualquiera de los tipos de tests, los resultados negativos no excluyen infección por SARS-CoV-2 y no deben ser usados como único resultado para tomar decisiones con respecto al paciente. Los resultados negativos deben estar combinados con observaciones clínicas, historia del paciente e información epidemiológica y pueden requerir test adicionales en un tiempo posterior.